Entre los múltiples cambios que está incorporando en nuestras vidas la pandemia del COVID-19, se encuentra el crecimiento vertiginoso del teletrabajo y un uso más intensivo de herramientas tecnológicas. Esta realidad envuelve al sector inmobiliario. Es por ello, que en días recientes, comienzan a abrirse discusiones acerca del nivel de automatización que podrá alcanzarse y si en un futuro cercano ¿los corredores serán sustituidos por asesores inmobiliarios virtuales?
Pareciera prematuro poder definir en estos momentos un horizonte de tiempo preciso para resolver esta interrogante. Diversos analistas indican que el ritmo de adopción de nuevas herramientas tecnológicas se ha adelantado unos cinco años, con respecto a la dinámica que tendríamos de no existir el coronavirus.
Es así como se ha vuelto rutinario realizar video llamadas con clientes, participar en webinars o foros a través de Internet, utilizar videos para mostrar los inmuebles a través de tour virtuales, ejecutar ruedas de negocios o reuniones con el equipo de trabajo, a través de softwares especializados, firmar contratos digitales, entre otros pasos de progreso.
Ahora bien, la velocidad de este proceso de cambio está vinculado con múltiples factores, según la realidad de cada país en particular: el nivel de desarrollo de la infraestructura tecnológica (alcance y calidad del servicio de Internet), facilidades de la población para adquisición y aprendizaje de nuevas tecnologías, marco jurídico en materia de negociaciones inmobiliarias, seguridad física y confianza de los clientes para permitir el acceso a sus propiedades. En consecuencia, el ritmo de digitalización de la actividad inmobiliaria será distinto en cada entorno.
Asesorar es más que mostrar un inmueble
Adicional a los elementos anteriormente referidos, como impulsores de la automatización, es importante tener presente que la gestión inmobiliaria desde una perspectiva profesional e integral, se concibe como un proceso en el que la asesoría, orientación, consultoría o como tenga a bien denominarse ese rol de guía que ejerce el Corredor Inmobiliario, es un elemento fundamental para un cliente, al momento de decidir en quién apoyarse para manejar la compra/venta o arrendamiento de una propiedad.
Por tanto, ese componente humano en la relación Cliente-Corredor difícilmente podrá ser sustituido por una máquina o por procesos automatizados.
La Correduría Inmobiliaria -con mayúsculas- abarca el realizar estudios de valor, conocer la competencia, facilitar negociaciones, comprensión de leyes, normativa tributaria, procedimientos operativos de Notarías y Registros, análisis financieros sobre rentabilidad y retorno de inversión; es decir, un cúmulo bien diverso de disciplinas y materias.
Por ende, consideramos que el componente humano, de discernimiento, inteligencia, aplicación de talentos, siempre será primordial… Por lo que, más que preocuparnos por la velocidad de aparición de nuevas herramientas, softwares, dispositivos electrónicos, etc., que están modificando la metodología de trabajo del Asesor Inmobiliario; el reto está precisamente en mantenerse actualizado, capacitarse, intercambiar experiencias, evaluar mejores prácticas y tendencias de mercados más desarrollados, que el punto donde nos encontremos.
Una óptima conexión entre Talento-Tecnología-Visión Estratégica permitirá brindar una mejor calidad de servicio, ser más eficientes, ahorrar tiempo y desarrollar la tan anhelada fidelización de nuestros clientes. Por tanto, aprovechemos la coyuntura de la cuarentena para cultivarnos, fortalecer nuestra base de conocimientos, incorporar mejoras en nuestro marketing; entendiendo así el camino de la virtualización, de algunas fases de la gestión inmobiliaria como una oportunidad y no como un riesgo.
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